Alemania Día 7. La Selva Negra: Triberg y Friburgo

Uno de los incentivos de este viaje era conocer la Selva Negra, ese inmenso bosque que existe al sur de Alemania, y que ya los Romanos la describían como un lugar donde el sol nunca llegaba al suelo por que lo impedían los árboles.

Después del día 6 recorriendo la orilla norte del Lago Constanza, hoy por fin llegamos a uno de los destinos que más esperábamos: La Selva Negra.

Reloj de cuco más grande del mundo. Schonach
El reloj de cuco más grande del mundo en Schonach
Para pasar estos días por la Selva Negra habíamos reservado un hotel en su ciudad más importante Friburgo. Sería la base desde la que nos desplazáramos a todos nuestros destinos.
Nuestro primer objetivo es llegar a un pueblecito muy cerca de Triberg, llamado Schonach.
Para ello salimos de Friburgo por la carretera 294, a la atura de Prechtal cogimos la L107 y a los pocos kilómetros giramos por la carretera secundaria L109 que nos llevaría por el corazón de la Selva Negra hasta Schonach.
Ya sólo el camino de ida, por los parajes que discurre la carretera, merece la pena.
Llegamos al pueblo y lo primero que hicimos fue preguntar a una pareja de ancianos si conocían donde estaba el famoso reloj. Resultó ser que eran Españoles, no tenían menos de 70 años, y nos contaron que eran de Barcelona y que llevan veraneando en la Selva negra los últimos 35 años. ¡Eso es lo que se dice enamorarse de un sitio!
Nos dijeron que era la tercera vez que iban a este pueblo, pero que ninguna de las anteriores habían visto el reloj. Decidimos ir todos juntos a buscarlo, mientras que ellos preguntaban a unos paisanos, nosotros preguntamos en la oficina de turismos y allí nos dieron un mapa.
Con todas las indicaciones que nos habían dado, el señor mayor nos dijo que siguiéramos a su Seat Ibiza matricula de Barcelona. Cogimos la carretera que va en dirección a Triberg, abandonamos Schonach y unos dos km después a la derecha, está el famoso reloj.
Es una casa a tamaño natural, que en una de sus fachadas hay un reloj con una ventana arriba por donde sale el cuco.
Entrar a la casa vale 1€ y se puede ver el reloj por dentro, te explican como reproducen el sonido del cuco (es con un fuelle de aire) y te quedas embelesado siguiendo todos los engranajes de las ruedas dentadas que forman la maquinaria.
Saliendo por una puerta trasera accedes al jardín, desde donde puedes contemplar el reloj. Eran cerca de las 12 y esperamos a que saliera el "pajarito" a saludarnos.
Después de despedirnos de nuestros compañeros de viaje, continuamos hasta Triberg

Cascada de Triberg
Triberg
Habíamos leído que en Triberg se encontraba el reloj de Cuco más grande del mundo (la verdad es que no está en Triberg sino en Schonach), la cascada más grande de Alemania (si los libros lo dicen me lo creeré pero no es para tanto) y la tarta de la Selva Negra más buena del mundo (no lo sabemos porque no la probamos).
Aparcamos el coche en la calle principal, justo pasar el puente. Allí vimos una tienda (Haus der 1000 Uhren), en la que había una especie de oso que subía y bajaba por la fachada. Dentro nos encontramos cientos de relojes de cuco, merece la pena entrar.
Desde aquí nos fuimos a la entrada de las cascadas. Hay que pagar por pasar unos eurillos, cosa que no nos gustó demasiado, creemos que la naturaleza tenemos que disfrutarla libremente.
Una vez pasado el peaje, puedes elegir varios senderos, unos más largos y otros más pequeños que discurren por el bosque, y que todos ellos te permiten visitar las cascadas.
Nosotros hicimos "el sendero cultural", que tras pasar por las cascadas te conduce a la Iglesia Wallfahrskirche Maria in der Tanne. Está bien pero no es de las más bonitas que hemos visto.
Después del recorrido, se nos había hecho tarde y buscamos un lugar donde comer. En el primer lugar que paramos nos dijeron que estaba la cocina cerrada y en el segundo tuvimos suerte: Wirtshaus Alt Tryber. Una especie de cantina reformada con una comida y una atención esplendida. Totalmente recomendable.
Aquí probamos por primera vez el maultaschen, una especie de ravioli gigante relleno de espinacas, carne y especias. Estaba buenísimo.
Nos quedaba ver un último reloj de cuco, el cual compite en tamaño con el que habíamos visto en Schonach. Nos habían indicado que estaba en uno de los extremos del pueblo, pero después de hacer 30 km, volvernos, coger otra carretera, volvernos de nuevo y dar 50 vueltas no lo encontramos. Por tanto decidimos abandonar la misión, volvernos a Friburgo y pasar allí la tarde.


Calles de Friburgo
Friburgo
Friburgo es la típica ciudad que dices: ¡me gustaría vivir aquí!.
Es una ciudad muy bien conservada, con muchísimas calles peatonales, todo el mundo en bicicleta, con un casco antiguo para perderse y muchísima vida en sus calles.
El hotel estaba cerca del centro, por lo que salimos directamente a andar en busca de su catedral. No pudimos entrar, porque acababa de cerrar, pero por fuera es muy bonita. De estilo gótico, con una agujas altísimas y en aspecto oscuro que se lo da los bloques de arenisca con los que está construida.
Justo en la plaza de la catedral había una rally de coches antiguo, por lo que el ambiente muy bueno en los alrededores.
Continuamos paseando hasta una de las puertas que dan acceso al casco antiguo y después caminamos hasta la plaza del ayuntamiento.
Por todos lados había gente y terrazas al aire libre donde tomarte tu cerveza.
Algún día viviremos allí.

Para el día siguiente habíamos planificado: "Alemania Día 8. Pueblos de la Selva Negra: St Peter, Titisee y Feldberg"

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